lunes, 21 de abril de 2014

Crónica de un Sábado Santo 2014

Sábado Santo, 19 de abril de 2014. Llegó el momento que estábamos esperando. Era el momento de pasear por las calles de su pueblo al Santo Cristo Yacente y a Nuestra Señora de la Soledad. Por la mañana, se le entregó un homenaje a Ismael Jiménez, compositor de la nueva marcha para el Santo Entierro de Dos Hermanas "Mors Domini", con el que se le agradece este precioso detalle, además de la entrega a la Hermandad de las correspondientes partituras de la marcha. Quien vio el vídeo que subí a Youtube el Domingo de Ramos o la escuchase ayer en la calle, sabrá cómo es la marcha: una maravilla. No hay nada más que comentar, siendo el estilo que tiene que imperar en el repertorio musical de Nuestra Señora de la Soledad al son de Tejera.

Foto: Twitter de Santo Entierro Dos Hermanas
Llegan las cinco de la tarde, comienza mi marcha a Santa María Magdalena. Empezamos unos cuantos a vestir a los acólitos, monaguillos, preste y demás. Por allí, muchos amigos míos y diversos "locos del pueblo" con los que me junto, como Paco Mora alias "Taty", Mario Conde, Jairo, Vargas, Antonio Martín, Diego,  Vicente Navarro, Antonio Caso, los hermanos Muñoz Navarro, etc. Me quedo sin entrada si pongo todos los nombres que formaron ayer esta pedazo de Estación de Penitencia, algunos con cirio, otros de costaleros, otros de monaguillos, yo de diputado de acólitos en el paso del Santo Cristo Yacente, pero todos con el mismo fin: realizar el Santo Entierro de Jesucristo. 

Se preparan los tramos, se encienden los cirios, el diputado mayor, mi amigo José, da instrucciones al resto de diputados, el Director Espiritual d. Lorenzo Nieto Frutos realiza la oración junto al hermano mayor y al diputado de cultos, procediéndose a abrir la puerta llegando una luz cegadora en la oscuridad del Templo. Esta vez no pude despedirme de mi hermano como en la salida de cada Estación de Penitencia, pero no me preocupé mucho, ya que estábamos uno al lado del otro hasta la entrada.


A las siete de la tarde, sale el Santo Cristo Yacente para ser mostrado al pueblo bajo unos ciriales que imitan a las antorchas que acompañaron al Señor en su reposo ¿eterno? Los incensarios crean una nube de incienso, y detrás se ve a los capataces Ernesto Sanguino, Antonio Santiago y a su hijo sacar el paso hasta la plaza para que todos puedan contemplar la belleza de ese momento, con esa Música de Capilla tocando Nuestra Señora de la Soledad, Saetas del Silencio, Al Cristo, Tuam Corona y Cristum Factus Est, entre otras piezas musicales.

Este año me cogió de sorpresa a mí y al Fiscal del paso, pues Ernesto metía el paso hasta la cocina, dándome cuenta de, con un andar en ese paso que me recordaba a Las Penas de San Vicente y La Sagrada Mortaja, una elegancia increíble, pero hacía que nuestro trabajo se tuviera que intensificar a más no poder. Llegamos a la Calle Canónigo, donde pude relajarme un poco al ser la calle más larga. Los cirios seguían apagados, pues el viento aquél día no daba tregua a la cera de la Estación de Penitencia, pero el pertiguero Tomás y yo insistíamos en cada ocasión que podíamos sin rendirnos.

Llegando a la calle Romera más trabajo al revirar, pues los tramos delanteros se pegaban demasiado al paso de Cristo y tenía que traérmelos. De fondo, se escucha en el Trío de Capilla la música Sagrada Mortaja y Piedad, que hizo que no pudiese evitar sonreír al recordar viendo el Viernes Santo a mi otra Hermandad en un futuro no muy lejano, con ese magnífico andar que estaban realizando los costaleros del Señor...


Cada hora que pasaba, había más gente, notándose ya a la altura de la calle Antonia Díaz la cantidad de gente que había, sonando la segunda Saeta del Silencio, disfrutando como un niño pequeño escuchando ese silencio y sólo ese Trío de Capilla que acompañan al cortejo. Y pasando por la calle Francesa, gran cantidad de gente que ansiaban ver al Señor por las calles de Dos Hermanas. 

Parte de mi familia se encontraba allí, donde me guiaban en el camino haciéndome llegar con más fuerza a la imponente Plazoleta de Valme, quitándome gran parte del nudo del estómago que tenía antes de la Estación de Penitencia. Sé que puede parecer una tontería llevando desde que tenía seis años el ruán negro, pero no os podéis imaginar lo que es para alguien que lo vive como si fuera el último.


Si me llegué a poner nervioso cuando Ernesto pegaba el paso, cuando llegó Antonio mandando el paso en la Plazoleta de Valme se me cambió la cara, ya que Antonio metía el paso hasta donde fuera necesario. No tardé en avisar al pertiguero y al diputado de delante para que nos preparásemos. Al final, todo salió bien en ese tramo del recorrido y seguimos con tranquilidad escuchando el Trío de Capilla, al ritmo de Cristum Factus Est, si no recuerdo mal.

Llegamos a la calle Rivas, donde sólo se escuchaba ladrar al perro de Guillermo, el diputado de cultos. Es un toque de humor, espero que no se enfade al leer esto, pues la Estación de Penitencia seguía siendo la misma. Llegábamos a mi calle, donde está el mítico Kiosko Paquino, el Bar de La Cañada... Mi familia y mis vecinos por allí. Sé que somos una Hermandad de centro, y que mi zona no es un barrio, pero es una sensación distinta cuando se pasa por un sitio familiar donde uno desarrolla su vida.


Llegamos al callejón Alegría, habiendo pasado ya San Alberto anteriormente. En la Plaza Villa Pepita, donde pasar por allí para mí era algo bastante escéptico e impensable, cambié de opinión totalmente. Una gran cantidad de gente esperaba al Santo Cristo Yacente y a Nuestra Señora de la Soledad. Saliendo de la plaza, un imponente palio se movía revirando en el callejón Alegría al son de María Stma. del Dulce Nombre, si no recuerdo ahora mal.



Cruzamos Lope de Vega desde Botica y llegamos a Melliza, comenzando así el antiguo recorrido que recuerdo que hice hasta mis dieciocho años cumplidos. Aquí, se hallaban muy buenos amigos mío de la Hermandad de la Borriquita, esperando para recibir la visita de esta Antigua y Fervorosa Hermandad a su paso. Sé que no debía hacerlo, pero no pude evitar mirar hacia el lado para ver los pasos y santiguarme.

Ya estaba cerca el Templo para depositar al Santo Cristo Yacente, llegando por Santa María Magdalena, donde en el tramo final nos esperaba muchísima gente, a pesar de haber llegado varios minutos antes. Por fin, aquí se consiguió que el viento no apagase tanto los ciriales. Llegamos a Carrera Oficial, donde también nos esperaba mucha gente para ver la imponente recogida de la cofradía. 



Llegados a la puerta, ubiqué a los ciriales dos en cada lado y a cada monaguillo en su sitio, el pertiguero en otro y yo enfrente suya. Había finalizado mi Estación de Penitencia... Los costaleros del paso de Cristo, rezando el Padre Nuestro. De fondo, un palio con la marcha "Mors Domini", que me impresionó cómo andaba... de forma sevillana. No tengo palabras.


Llega el momento crucial: la entrada. Se hizo un silencio absoluto tanto dentro como fuera de la Iglesia, escuchándose sólo la voz del capataz Antonio Santiago, haciéndolo de forma extraordinaria. Consiguió meter de forma perfecta el paso. Una vez terminada la Estación de Cofradía, casi todos los hermanos y costaleros fueron a felicitarlo junto a su hijo, el cual no podía evitar emocionarse. Todos los costaleros se pusieron enfrente del palio de Nuestra Señora de la Soledad y del paso del Santo Cristo Yacente, fotografiándose con gran alegría. Muchos de ellos, en vez de parecerle cuatro horas de recorrido, le pareció media hora.



Con gran júbilo, al haber cerrado esta Semana Santa en la que todas las Hermandades del pueblo hemos podido salir a la calle a manifestar la Fe y la Iglesia Católica que hace que todo esto sea posible gracias al Amor Fraternal entre Hermanos. Muchas gracias a todos los que lo habéis hecho posible, nazarenos, costaleros, acólitos, aguadores, músicos, hermanos y devotos. Y el año que viene, más todavía. A esperar al 4 de abril de 2015...



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