jueves, 2 de octubre de 2014

Imágenes procesionales de Juan de Mesa en la Semana Santa de Sevilla (I)

Después de seis meses, por fin se anima alguien en escribir un artículo para El Blog del Esparto. Su autor es Carlos Navarro Jurado, siendo un primo mío y fiel lector de este blog. Según me ha comentado no ha podido escribirlo entero por falta de tiempo, como veréis más abajo al final de la entrada, pero traerá más cositas.

Nos habla de uno de los mejores escultores que han existido en la ciudad de Sevilla, que no podía ser otro como Juan de Mesa, autor de grandiosas obras como El Señor de Sevilla y El Stmo. Cristo del Amor. No cuento más, léanlo vosotros mismos que os gustará y es muy interesante:

"En esta entrada quiero hacer una breve exposición sobre algunas imágenes de nuestra Semana Santa que tienen en común, que todas ellas, han salido de la gubia del insigne e ilustre imaginero Juan de Mesa y Velasco. Antes de empezar con ello, haré una corta referencia sobre lo que fue su vida:

Juan de Mesa, uno de los grandes maestros de la escultura barroca en España, nació en Córdoba en el año 1583. Dos décadas más tarde se trasladará a Sevilla, donde ingresa en el taller del que será su maestro Juan Martínez Montañés. Alrededor de 1615 establece su propio taller en lo que en su día fue la colación de San Martín, en cuya iglesia, (del mismo nombre), recibe sepultura al morir de tuberculosis en el año 1627.

San Nicolás de Tolentino. Museo Nacional de Escultura. Valladolid.

Dejando de un lado ya los aspectos biográficos de este imaginero que nos ocupa, pasaré ya a comentar algunas de sus grandiosas obras. Esta serie la quiero iniciar con la imagen que mejor proporciona la devoción y la emoción a la Semana Santa sevillana, y esa no es otra que la talla de Jesús del Gran Poder. Se trata de una imagen de madera policromada concebida para ser vestida que Mesa realizó en el año 1620. Cuando uno ve al Gran Poder procesionar en la Madrugá sevillana junto a ese mar de altos capirotes negros de ruán, no existe otra cosa que no sea ese rostro que atrapa a cualquiera con una garra y silueta que resultan insuperables. Esta magistral hechura nos muestra a Cristo con un rostro decaído pero sereno. Sus cejas enmarcan una expresión de sufrimiento debido a los tormentos a los que fue sometido, todo ello unido al desgaste de su policromía. La boca se presenta entreabierta con lo que podemos apreciar los dientes superiores tallados. Respecto a la postura que adopta, muestra un decidido caminar donde flexiona la pierna izquierda, sobre la cual recae el peso de su cuerpo y de la cruz. La pierna derecha, en cambio, se extiende, y levanta ligeramente su talón en amplia zancada lo que le otorga una sensación de fuerza y de gran poder, (de ahí su nombre). Mucho más se puede comentar sobre esta gran imagen como que fue encargada por la hermandad junto a la talla de San Juan Evangelista, que como sabemos procesiona bajo palio junto a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso.



Paso a continuación a hablar de otra gran talla del maestro cordobés, como es el crucificado de El Amor, titular de la hermandad de la Sagrada Entrada en Jerusalén y que procesiona en la tarde noche del Domingo de Ramos desde El Salvador. Con esta talla, de 1618, Juan de Mesa inicia una serie de crucificados, al que le siguen otros como el Cristo de la Conversión de la hermandad de Monserrat, de 1619, el Cristo de la Buena Muerte de los Estudiantes de 1620 o el Cristo de la Agonía, venerado en la localidad vasca de Vergara. 


En el contrato que le hizo la hermandad para ejecutar al Cristo de El Amor, Mesa manifestó el deseo de que solamente él ejecutara la obra sin la ayuda de ningún otro oficial de su taller. Esta imagen representa a Cristo muerto en la cruz con una marcada serenidad y expresividad en el rostro. Presenta unas cejas fruncidas, párpados cerrados y labios entreabiertos que nos permiten atisbar aún después de muerto, gestos del dolor sufrido. La corona de espinas se esculpe sobre el mismo cráneo como haría posteriormente con otras imágenes como el ya comentado Jesús del Gran Poder. Se trata de una obra de ciento ochenta y un centímetros, en la que Mesa da prioridad a los claroscuros que pueden observarse en los pliegues del sudario o en su espesa cabellera. 


Espero en breve escribir otros comentarios sobre obras de este gran escultor que no incluyo en esta 
entrada por falta de tiempo. Espero que os haya gustado."

Sin duda, son pocas palabras para lo que se puede decir de este señor y su obra aportada. Espero vuestras opiniones sobre la entrada y otros artículos que queráis que publique. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario