martes, 12 de abril de 2016

Crónica del Sábado Santo 2.016

Pues para cerrar las entradas de la Semana Santa de este año 2.016, voy a terminar, como viene siendo costumbre, con la entrada del Sábado Santo en Dos Hermanas, por las calles del pueblo con el Santo Entierro. Antes de terminar, si queréis volver a leer estas entradas, las de Viernes y Sábado Santo debéis buscarlas en "Crónicas Especiales" en el menú principal, mientras que las del resto de días en "Crónicas de Semana Santa", y dirigirse al año correspondiente. Comencemos con una de las entradas más esperadas de todos los de El Blog del Esparto.


Eran las 11 de la mañana, me levanté de la cama y no había nadie en mi casa, así que supuse que mi hermano estaría en la Parroquia preparando junto a otros miembros de Junta de Gobierno y hermanos los últimos retoques para la Cofradía. Me vestí rápidamente y me dirigí a Santa María Magdalena a hacer lo mismo junto a los míos. Allí, se encontraba gran parte de la Junta de Gobierno y otros hermanos varios de la Hermandad, mientras que otros estaban preparando los aperitivos para los costaleros para cuando entrase la Cofradía. Algunos, como siempre, me preguntaron cómo había ido la Semana Santa, al igual que mi Estación de Penitencia en La Sagrada Mortaja, que al igual que el año pasado, había sido maravillosa.


Ese día, y desde el año pasado que el Párroco nos dejó hacerlo, se puede contemplar el Altar de Función Principal de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo para el siguiente día, del cual, también es Titular del Santo Entierro de Dos Hermanas para quien no conozca esta Hermandad. Esta pequeña talla académica salía en el pasado sobre unas andas, aunque la Hermandad optó como mejor opción por realizar dicha Función Principal, debido al cansancio del día anterior y, como es obvio, el coste económico que suponía sacar otro Cortejo. Hay diversidad de opiniones, pero soy de los que piensan que es más Solemne realizar una Solemne Función antes que sacar otro Cortejo.


Acabando a las 3 de la tarde como el pasado año, nos fuimos cada uno para su casa, y el móvil no paraba de sonar con los costaleros, dudas de última hora, etc. Un caos que siempre sale horas antes antes de sacar una Cofradía a la calle, como pasa todos los años. Eran las 4 de la tarde, ya había almorzado con la familia y me disponía a cambiarme con la ropa de costalero y mis zapatillas. Media hora después, ya venía mi primo Carlos Navarro, costalero de Nuestra Señora de la Soledad como ya sabéis, para recogerme a mi casa e irnos para la Casa Hermandad.


Como aún era algo temprano, incluso ni mi hermano se había vestido aún de nazareno, fuimos a la plaza de Virgen de la Soledad, más conocida por El Llano en Dos Hermanas, como muchos sabrán, donde habíamos quedado con otros costaleros que allí estaban, como Alejandro Marchena, Jesús Farratell, José Baena, entre otros. Allí también se encontraban otros jóvenes que salían de acólitos con nosotros, y varios cofrades conocidos, con los que compartimos algunos recuerdos y batallitas antiguas, entre ellos, del Santo Entierro de Dos Hermanas.


Llegan las 5 de la tarde y nos dirigimos todos a la Casa Hermandad, donde el capataz Antonio Santiago junto a sus auxiliares nos habían citado para la igualá previa de los costaleros. Allí ya había bastantes caras conocidades de otros años, como Juan Manuel Pérez, José Carlos Mota, Agustín Salguero, Alejandro Pérez, José Carlos Vargas, Antonio Jesús Caso, Jaime Ruiz, Jaime Varela, Francisco Carrasco y muchísimos más. Se tratan de cuadrillas bastante jóvenes y completas con 130 costaleros, como debe ser.


Sin cambios ni ninguna novedad, nos fuimos ya para la Iglesia los costaleros sobre las 6, donde ya había bastante movimiento dentro del Templo, con los nazarenos formados, los diputados repartiendo cirios y algunos de nosotros echando un cable en todo lo necesario. Al poco rato antes de la salida, el Diputado de Cultos, d. Guillermo López Rodríguez, antiguo Hermano Mayor además, procedía a realizar las oraciones previas y las indicaciones necesarias junto al Párroco d. Manuel Sánchez de Heredia, mientras yo y unos cuantos más ultimamos las tareas que quedaban. Yo, me dirigí ya al paso de Cristo, junto con algunos miembros de mi cuadrilla. La salida, este año, le tocaba a la cuadrilla baja, así que sería la primera vez que vería el Cortejo del Santo Entierro de Dos Hermanas desde dentro.


Son las 6.30, se abren las puertas y, al igual que en La Sagrada Mortaja el día antes, sonaba la campana del Muñidor... Los cirios del primer tramo empezaban a pasar, viniendo a continuación la Fe, Esperanza, Caridad y Verónica, acompañada al final de Las Tres Marías. Son figuras alegóricas que, desgraciadamente, se están perdiendo cada vez más, donde contadas Hermandades siguen sacando estas figuras, como la Amargura de Dos Hermanas o Montserrat en Sevilla. El Trío de Capilla empieza a tocar, interpretando Nuestra Señora de la Soledad, saliendo a continuación de éstos los ciriales del paso de Cristo.


En ese momento, Javier Prieto manda a rezar a los costaleros y a todos los que estábamos allí cuando el paso empezaba a levantarse para marcharse. El paso del Santo Cristo Yacente empezaba a salir por la puerta del Templo y había un silencio sepulcral en la Plaza de la Constitución, donde fuera se oía la primera Saeta del Silencio interpretada por el Trío de Capilla. A partir de salir el paso de Cristo de la Iglesia, esto era nuevo para mí, puesto que veía salir al Palio de Respeto, a los penitentes, etc.


Después de salir la Presidencia del palio, los ciriales que acompañaban a Nuestra Señora de la Soledad empiezan a salir a la puerta, mandando los capataces, posteriormente, andar al palio hasta un poco antes del Coro. En el momento que el paso estaba parado enfrente de la puerta, me da por mirar hacia atrás, y veo la Iglesia absolutamente vacía, estando sólo un nazareno, que era mi hermano, junto al preste. Se levanta el paso, quitamos los zancos del paso, se tiran los dos costeros a tierra, termina de salir el palio por la puerta y la Banda de Música del Maestro Tejera empieza a interpretar, como siempre, una de las grandes obras de arte que existen de las marchas procesionales: Virgen del Valle.


Varios costaleros que estaban conmigo, empezamos a salir por la puerta de los Salones Parroquiales, y desde allí, se veía salir de forma imponente a Nuestra Señora de la Soledad a los sones de Tejera, con un repertorio fúnebre y clásico que no tiene absolutamente a ninguna Hermandad de Sevilla de nuestro estilo, dicho por muchos cofrades y, sobre todo, profesionales de la música. Cuando terminó de interpretar Virgen del Valle, me dirigí a buscar el paso a la calle Canónigo, donde pasaba el Muñidor a la altura de Lamarque de Novoa, donde pude contemplar una cosa de la que no había sido consciente hasta ahora en estos años.


A ver, muchos "entendidos" que conozco dirán que si exagero, que si mi Hermandad no lo hace bien, e incluso que si tenemos que cambiar al capataz o la Banda, pero lo que voy a decir no es porque sea mi Hermandad. El Cortejo del Santo Entierro de Dos Hermanas, en cuanto a seriedad, y no lo pienso sólo yo, es mejor que algunas de Sevilla, que por cierto las cuales cada vez están bajando más y más el listón. Por respeto a las mismas, voy a omitir los nombres de las mismas, pero creo que no he dicho ninguna locura. Por delante de todo, es un sello que debe ir evolucionando cada vez más y más, sin dejar ni un pequeño margen para relajarse, que es lo que ha pasado en algunas de Sevilla.


Se trata de un Cortejo que brilla en pequeños detalles pero que a la vez engrandecen éstos a la Cofradía del Santo Entierro. Y ya aproximándose, venía ese paso del Santo Cristo Yacente, con un tallado único, tocando la pieza de Piedad de Santa Marina la Capilla Musical... Y pasando la Esquina de Los Cuatro Cantillos (Canónigo y Santa María Magdalena), nos tocó a la cuadrilla alta nuestro momento. Era el momento de empujar con las manos "pa'lante, largo y racheao".


Sonaron piezas como Sagrada Mortaja y Piedad, Al Cristo, A la Virgen, Nuestra Señora de la Soledad, y varias más de las Saetas del Silencio. Revirando por la Torre del Lanero subiendo ya hacia Romera terminando Canónigo, la gente hizo por fin el gran gesto de callar fuera, algo que, como siempre digo, debemos tomar ejemplo de Sevilla. El problema es que no depende de la Hermandad como dicen algunos, sino de la propia cultura, pero en fin, no quiero machacar más el tema y cargarme la entrada.


La calle Romera castigó bastante a los costeros según me dijeron algunos, pero lo que sí puedo decir, es que los corrientes sí sufrían bastante en la calle Manuel de Falla, donde interpretaban algunas de las piezas citadas más arriba, pero nosotros no perdíamos la pelea en ningún momento y hacíamos nuestra labor como debía ser, sin pensar en otras cosas y metidos en la Estación de Penitencia, donde muchas veces rezábamos el Padre Nuestro, algo que se echa de menos en algunas cuadrillas de costaleros tanto de nuestra ciudad como de Sevilla.


Después de revirar en el cruce de Manuel de Falla con Antonia Díaz, volvió a meterse la cuadrilla baja. La verdad es que se me hizo muy corto el relevo (demasiado diría yo...), pero pude ver por fin en directo una de las mejores escenas de la Cofradía del Santo Entierro de Dos Hermanas, enturbiada en parte por los malditos aplausos que tanto condenan a las Hermandades de negro en Dos Hermanas que debemos callar, pero aún así, la Saeta de Manuel Lombo era perfecta, como siempre... y a continuación, se interpreta el Himno de la Semana Santa para muchos: Amarguras... de las mejores marchas de la historia. Todo lo que pueda decir es poco. El momento me puso los vellos de punta.


En ese momento, me encontré a un antiguo costalero de Nuestra Señora de la Soledad, y gran amigo mío, Jairo Jurado, y luego a los pocos minutos, una sorpresa inesperada, uno de mis mejores amigos, compañero de Facultad, casi como mi hermano, y gran cofrade: Curro Álvarez Gómez. No dudó en venir con su padre a vernos a Dos Hermanas desde Alcalá de Guadaira, y todo eran elogios hacia la Hermandad. No se esperaba una Estación de Penitencia como la nuestra.


Poco tiempo más tarde, me fui a buscar el inicio del cortejo hacia la Plazoleta de Valme, donde se producen otro de los momentos épicos de la Estación de Penitencia, aunque en esta ocasión, no pude verlo porque me tocaba relevo en la calle Rivas, casi al lado de mi casa. Se trata de la llegada del palio de Nuestra Señora de la Soledad, al son de la Marcha Fúnebre de Chopin, a la Plazoleta. Se trata de un momento que recuerda, si alguien lo ha visto que supongo que sí, a la llegada de Las Penas de San Vicente a la Plaza del Salvador en Sevilla.


Saliendo de la Plazoleta, me dirigía hacia Rivas, donde por el camino me encontre a Óscar Romero, Hermano Mayor de la Agrupación Parroquial de Carmen y Prendimiento, donde empecé a formarme como costalero, todo hay que decirlo. Posteriormente, me encontré a mis padres y a mis tíos, justamente antes de meterme debajo del paso. En ese momento, ya debajo, el Trío de Capilla empezaba a interpretar la parte del trío de la marcha Margot (para quien no lo sepa, existe una adaptación de esta parte de la marcha para música de capilla).


Unos metros más hacia delante, pasábamos por el Kiosko Paquino, uno de los negocios más antiguos de Dos Hermanas, estando a veinte metros de mi casa. El momento por el que pasaba debajo del paso por mis calles era, sin duda, motivo de buenas sensaciones en mi mente. Llegamos al cruce de San Alberto con el callejón Alegría, que conecta con la Plaza de Villa Pepita. Se trata de una plaza que no tiene ni diez años de antigüedad, creo, donde se encontraba la antigua Peña Bética y la Hacienda de Villa Pepita, pero que es un recurso muy bueno para muchas Hermandades, entre ellas la nuestra.


El momento de la Plaza de Villa Pepita era espectacular, puesto que estaba llenísima de gente y la misma supo guardar la compostura, guardando absoluto silencio. Fue una pena, porque ya algo más adelante de la Plaza tocó salir a mi relevo y entrar la cuadrilla baja. Como nunca lo había visto, me dirigí a la Plaza de Villa Pepita nuevamente a escuchar otro gran momento del Santo Entierro. El paso de palio de Nuestra Señora de la Soledad, y empieza a andar a los sones de Soleá, dame la mano al son de Tejera... espectacular ese momento. Los cosquilleos y los vellos de punta de mi cuerpo era poco de lo que sentía viendo ese momentazo.


Pasando por Lope de Vega y llegando a la calle Melliza, estaba allí esperando la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Borriquita de Dos Hermanas con los pasos colocados dentro de la Casa Hermandad. La calle Melliza siempre ha sido una calle algo escasa de público, aunque este año ha habido más de lo normal. Muy de fondo, se oía detrás del palio Camino del Calvario. Ya quedaba poco para volver al Templo, tirando nuevamente por Santa María Magdalena. Aquí venía lo realmente complicado.


Llegando nuevamente a la Esquina de Los Cuatro Cantillos, nos tocó el último relevo, es decir, este año nos tocaba realizar a nosotros la entrada en la Parroquia de Santa María Magdalena. La calle era algo sufrida, pues la caída de este tramo de la calle tenía una pendiente curiosa por los lados, pero nosotros no nos rendíamos, y menos estando a menos de trescientos metros la entrada. Los costeros hacían su trabajo dignamente en este tramo del camino.


Llegamos a la Plaza de la Constitución... el tramo final... el cierre de la Semana Santa de 2.016 en Dos Hermanas. El paso paró delante del Consejo de Hermandades y Cofradías de Dos Hermanas, rezando todos el Padre Nuestro para no perder las buenas costumbres. Este camino, hasta la puerta, era de adoquines. Los costaleros de las dos últimas trabajaderas metían bastante prisa, con lo que teníamos que frenarlos desde delante. Estando ya mismo en la puerta, se podría tener algo de paciencia, pero bueno.


Llega el paso del Santo Cristo Yacente, entramos dentro de la Parroquia, suena por última vez del Trío de Capilla Nuestra Señora de la Soledad, y se acabó. Hasta aquí se acabó mi parte, mientras que llegaban nazarenos, escuchándose ya desde lejos Mors Domini, de Ismael Jiménez, la marcha que nos dedicó en el año 2.014. Llega el paso de palio por fin a la puerta de Santa María Magdalena, donde llegaba nuevamente al son de Soleá, dame la mano.


Termina la marcha, el paso de Nuestra Señora de la Soledad se para delante de la puerta, realiza la última levantá, se quitan los zancos, se bajan los costeros del paso, se empieza a realizar el momento más complicado de la Semana Santa de Dos Hermanas, es decir, la entrada del palio por esa puerta, y se acabó la Semana Santa y la Estación de Penitencia del Santo Entierro de Dos Hermanas.


Como siempre, una gran Estación de Penitencia que pone punto final a la Semana Santa del presente año, donde espero que nadie se olvide que esto es para realizar manifestación pública de Fe y cumplir el Sacramento de la Penitencia, además de pedir por los nuestros, por los que no están con nosotros, por las personas que no dejan nacer y por las personas que son perseguidas sean de una religión u otra, entre infinidad de motivos más para pedir por los demás.

Esto lo digo por quienes lo digo siempre, por aquellos que van partiéndose el pecho por sus Titulares y sus Hermandades, y luego no se arriman a verles ni una vez al año a sus Capillas ni a rezar en el peor de los casos, que además de haber muchos, se dedican a dar lecciones de lo que se tiene que hacer o lo que no sin tener ni idea, ya sea subiendo una foto a Instagram o a Facebook y poniendo tonterías en la descripción de la foto, sea poniendo una parrafada sentimental en sus redes sociales sin sentido ninguno como que "algunos se entienden así mismos" (yo nunca lo he entendido, lo siento...) o que hay que comer platos típicos sevillanos. En fin...

Espero que os haya gustado a todos, ya sea en mayor o menor medida, y os espero pronto para otras entradas. No dejen de visitar El Blog del Esparto. Gracias por todo.

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