miércoles, 8 de abril de 2015

Crónica del Viernes Santo de 2.015

Antes de nada, vamos a ambientarnos:



Llegó el primero de los días más esperados para mí en el año. Ha llegado antes de lo previsto, pues lo esperaba para el año 2.016, pero gracias a Dios, este Viernes Santo hice Estación de Penitencia en Sevilla. Todo empezó cuando me levanté sobre las 12.30 cosa así después de la paliza de la Madrugá. Comí rapidito y ya a las 16.20 cogí el tren para San Bernardo con la ropa y el capirote en mano... Obviamente, no iba vestido de nazareno dentro del tren, pues primeramente no es una situación bonita y paso de que acabe mi foto en las redes sociales o historias parecidas como está habiendo estos días. 

Fui andando desde alli, con toda la fresquita del mundo por cierto..., hasta la calle Francos, donde un hermano nuestro del Santo Entierro de Dos Hermanas, Oración en el Huerto del mismo pueblo y de El Silencio tiene un piso para la Semana Santa de Sevilla junto a su familia: José Manuel Crespo. Me cambié allí, y desde allí fui caminando hasta Bustos Tavera. Me sentía bastante raro con una túnica de capa, pues parece que es algo más pesada y da bastante más calor que el típico ruán negro del Sábado Santo en Dos Hermanas. A última hora, pensando en que llegaba tarde al Convento de la Paz, llegué a las 17.15... y se nos había citado a las 18.00 horas. Vamos, que fui el primero en llegar.

Fuente: Ernesto Molina Agea

Luego ya vino el Diputado Mayor, y el Hermano Mayor, el cual, me deseó suerte para la Estación de Penitencia de ese día y la del Sábado Santo, que sabía que salíamos al día siguiente además con Antonio Santiago y con el mismo Trío de Capilla que les tocan a ellos. Luego ya vinieron el resto de la Junta de Gobierno y más hermanos. A las 18.00 horas, se celebraron los Santos Oficios, que luego de terminar los mismos, el Diputado Mayor empezó a formarnos en el patio y dentro de la Capilla. Allí estábamos bastante apretados, o eso creo yo. Daos cuenta de que mi costumbre todos los años no es la misma cuando formas con 375 nazarenos en La Sagrada Mortaja (que para una Hermandad de Sevilla no es nada...) que cuando formas con 180 en el Santo Entierro de Dos Hermanas. Llegaron al rato el equipo de capataces Antonio Santiago y sus auxiliares.

Se retrasó un cuarto de hora la salida, aunque desconozco el motivo, pero bueno, todo surgió con normalidad. Lo que nos mataba a todos era el calor, y supongo yo que sería por eso. A las 20.10, tocó ponerse ya el antifaz, lo cual, cuando te lo quieres poner bien por detrás, cuesta bastante trabajo cuando llevas capa, pero bueno, todo es acostumbrarse. A las 20.15 abrieron las puertas y el muñidor empezó a agitar la campana, empezando así a caminar el primer tramo. Me di cuenta que la cofradía andaba bastante, pues doblamos dos calles, creo recordar, que sin parar, y sobre mí, me acordaba cuando era un niño y empecé con el cirio en Dos Hermanas. Al primero conocido que vi fue a José Carlos Vargas, costalero de Nuestra Señora de la Soledad de Dos Hermanas, luego en Dueñas a mi primo Carlos Navarro, el otro escritor de este blog, y cerca de Monte Sion, a mis tíos y mi prima. Hasta que pasó un rato, no vi a nadie conocido más.

Fuente: Ernesto Molina Agea

Mucho rato después, estábamos llegando a La Campana, donde sonaba el misterio de la Hermandad de Montserrat al son de Soledad de San Pablo tocada por la Banda de CC. y TT. Tres Caídas. Llegando ya casi a la parte principal, pasaba el palio de Montserrat, al son de Soleá, dame la mano... ya os podéis imaginar de quién me acordé. Íbamos detrás de ellos y también tocaron una detrás de otra Virgen de Montserrat, una nueva que os comenté en la entrada del último ensayo de Tejera llamada Montserrat, y otras interpretaciones que no recuerdo. Montserrat y nosotros pasamos por Campana bastante rápido, así que, estimando bien, en unos veinte minutos nos plantamos en la Plaza Nueva.

Llegando a la Catedral, ya se perdió el palio de Montserrat. Allí, en las sillas, se encontraban tres costaleros del Santo Entierro de Dos Hermanas: Jesús Faratell, Pepe Molero y José Baena. Al otro lado, se encontraba un gran amigo mío que en el pasado fue mi profesor: Carlos López Bravo, miembro del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla. Entramos en la Catedral, con poca gente y rezando el Santo Rosario. A la salida de la Catedral, ya tirábamos para la calle Alemanes y otra más hasta llegar a Francos, donde siempre había soñado con pasar alguna vez en un cortejo por esa calle.

Fuente: Jesús Faratell 

Llegando a la Cuesta del Rosario, pasaba algún nazareno que otro de otra gran Hermandad: San Isidoro, que se acababa de recoger momentos antes. Un poco más adelante, mis padres y mi hermano estaban allí, aunque no me reconocieron salvo mi hermano que se lo imaginaba. Posteriormente, callejeamos hasta llegar a la Plaza de San Pedro, donde vi por primera vez en mi vida la cofradía en la calle. Es curioso que con verla sólo una vez, dicho por muchos, me haya atraído tanto una Hermandad hasta el punto de hacerme hermano.

Fuente: Mari Luz Suegro Maestre

Entramos en el momento más bonito de la cofradía, y quizás, uno de los más bonitos de la Semana Santa de Sevilla: Doña María Coronel hasta la entrada. Se apagaron las luces y la gente guardaba un silencio absoluto. El momento ponía la piel de gallina a cualquiera de los que están leyendo esto si no lo han visto nunca. Ahí me encontré a mi hermano, que sí me reconoció, y más adelante, mis padres en la penúltima calle. En la entrada, muchísima gente pero no se oía nada, sólo el zumbido de la puerta del Convento de la Paz cuando el Diputado de Hora llamaba. Dentro del patio, muchísima más gente y todo oscuro, iluminando escasamente la luz de la Luna.

Dentro del Templo, antes de entrar el paso, se oía "Vere Languores" de la Escolanía María Auxiliadora desde lejos... Una vez dentro el paso, Antonio Santiago procedía a echar los costeros del paso más a tierra hasta el final de la Capilla. Una vez parado, se oía "Ave Maria" de dicha Escolanía.
Del calor que hacía, al quitarme el capirote un momento, me dio un pequeño mareo pero no hubo nada que lamentar, me levanté con mi propio pie y me fui para la puerta donde me esperaba mi familia. Con ello, se cierra uno de los mejores capítulos de mi vida cofrade.

Fuente: Ernesto Molina Agea

Aquella noche, que llegué a mi casa a las 4 de la mañana, no pude dormir y tampoco notaba el cansancio, supongo que sería por estar pensando en cómo fue la Estación de Penitencia, y encima, lo que me esperaba mañana por las calles de Dos Hermanas. Muy pronto, la crónica del Santo Entierro de Dos Hermanas...

2 comentarios:

  1. Ernesto Molina Agea9 de abril de 2015, 2:42

    Se nota que te han gustado las fotos! ;)
    Y sí! me has puesto los pelos de punta... grandes recuerdos haciendo la estación de penitencia con mi hermandad.
    Fuera de la parafernalia en la que se ha convertido la Semana Santa de Sevilla, existen algunas pocas hermandades, como la nuestra, que guarda el respeto y la seriedad que debe tener una estación de penitencia. Está claro que esto se trasmite al resto de la gente, ver desde la calle como se manda guardar silencio porque se empieza a oír el serio tintineo del muñidor, es algo maravilloso.
    Sinceramente me he visto sorprendido por la cantidad de gente que había en la salida, me acuerdo de no hace muchos años que hasta llegar a Dueñas, casi te sonaba la cara de la gente, pues o eran hermanos, familiares o los vecinos que veías año tras año.

    Me alegro que hayas disfrutado tu estación de penitencia y la vivas tan profundamente.

    Un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las fotos son magníficas, una auténtica maravilla... La verdad es que Hermandades como La Sagrada Mortaja quedan muy poquitas, con su muñidor y todo... es una que me recuerda muchísimo a la que pertenezco desde pequeño (Santo Entierro de Dos Hermanas), salvo por la Escolanía, que no la llevamos pero sí el trío de capilla.

      Muchas gracias por haber leído esta crónica, y espero poder vivirlas así durante muchísimos años.

      Un saludo

      Eliminar