miércoles, 8 de abril de 2015

Homilía del II Domingo de Pascua

Señor mío y Dios mío

"Estamos celebrando el tiempo gozoso de Pascua. Estos cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como "un gran domingo" (S. Atanasio).

La Iglesia, no obstante, nos va desdoblando el gran acontecimiento salvífico de la resurrección poniendo a nuestra consideración, mediante la palabra de Dios que se proclaman en las eucaristías dominicales, aspectos fundamentales del mismo.

En este domingo se nos habla en las lecturas de cómo la noticia de la Resurrección: ¡Ha resucitado!, produce unos efectos transformadores en la primera comunidad de Jerusalén. De estar acobardados por “miedo a los judíos” y con la esperanza por los suelos, porque a Jesús, el Maestro, lo han matado, pasan a llenarse de alegría porque han vuelto a ver al Señor. De esta experiencia pascual nace la comunidad donde “todos pensaban y sentían los mismo”. Así reciben el envío, la paz y la fuerza del Espíritu para el perdón de los pecados."

Fr. Manuel Gutiérrez Bandera
Virgen del Camino (León)

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