lunes, 30 de marzo de 2015

Un lustro irrepetible.

Aquí os dejamos gran parte del artículo que el periodista cofrade José Antonio Rodríguez dedicó a las grandes obras maestras de nuestra Semana Santa llevadas a cabo por Juan Martínez Montañés y por Juan de Mesa en la revista Pasión en Sevilla. Un lustro donde se hizo lo mejor de la escultura barroca no solo en Sevilla, sino a mi juicio en todas aquellas regiones dónde se cultivó esta magnífica corriente artística. También nos habla de la Ciudad de Sevilla en aquella época así como de la Semana Santa del siglo XVII y la vida de las hermandades de penitencia en ese siglo.

Fuente: ABC de Sevilla

"El año que nació Pasión (1615), Juan de Mesa firmaba su primera obra. Cinco años después nació de su gubia, el Señor del Gran Poder. No se ha vuelto a repetir que, en tan poco espacio de tiempo, nacieran dos genialidades de tal calado. Y que, precisamente , la segunda fuera producto del aprendizaje y la formación en el taller del escultor que hizo al Dios de la Madera.

Fuente: galeón.com

El Señor de Pasión se talla cuando Martínez Montañés, a sus 46 años, vivía una especie de segunda juventud después de haber enviudado y vuelto a casar el 28 de agosto de 1614 con Catalina de Sandoval. Conmueve la belleza juvenil de la que dota a una imagen en plena madurez artística del escultor. Para esa fecha ya había asombrado al mundo con el San Cristóbal del Salvador (1597), el Cristo de la Clemencia de la Catedral (1603-1604) o el Niño Jesús de la Hermandad del Sagrario (1606-1607).

Fuente: Sevillanía cofrade

 Cuando el Señor de Pasión se talla, Juan de Mesa llevaba unos nueve años trabajando en el taller de Montañés, primero como aprendiz y, posteriormente, como oficial. Poco después se independizaría con su propio taller,  alumbrando obras como el Cristo del Amor (1618), el de la Conversión de Montserrat (1619), el de la Buena Muerte para los Jesuitas (1620) y el Señor del Gran Poder (1620). Es decir, en el lustro que separa al Señor de Pasión y al del Gran Poder se hicieron las mejores obras de las que goza la Semana Santa de Sevilla. Repetimos: en tan sólo cinco años Martínez Montañés y Juan de Mesa sentaron los moldes de lo sublime y el canon imitado hasta la saciedad en la imaginería posterior.

Fuente: ABC de Sevilla

En aquellos años, Sevilla se había convertido en la capital del mundo. Era la "Nueva Roma" a la que llegaban ingentes cantidades de riquezas procedentes del descubrimiento de América. Sevilla, convertida en ciudad cosmopolita, absorbía ciudadanos de medio mundo que aquí encontraban posibilidades de progreso, entre ellos, muchos artistas que dieron rienda suelta a sus creaciones en la multitud de edificios que se levantaban y en los elementos ornamentales que precisaban éstos para su decoración.

¿Y qué pasaba en aquellos años en el mundo de la Semana Santa? Se acababan de cumplir  diez años desde que el Cardenal Niño de Guevara estableciera en 1604 la obligación a las hermandades de hacer estación de penitencia a la Catedral que evitara el desorden e implicara ciertas disciplinas a la hora de llevar a cabo las procesiones.

Lo tuvo complicado la hermandad de los Negritos, que en 1614 recibió una Real Provisión del Consejo por la que se le prohibía hacer estación de penitencia. Había sido el propio provisor del Arzobispado el que había solicitado la suspensión de la cofradía denunciando entre varios motivos, que los negros les robaban a sus amos para comprar cera y afrontar otros gastos.

Fuente: ABC de Sevilla. El Cristo de la Fundación de los Negritos

En el otro extremo, la Soledad de San Lorenzo obtenía el visto bueno de Palacio a sus reglas de 1617 por la que se prohibía la entrada a la corporación como hermano a aquel que no gozara del rango de hidalgo.

Quién chocó con el Arzobispo en aquellos años fue la hermandad de la Macarena. Corporación de Gloria que en 1615 solicitó su aprobación como cofradía de penitencia para hacer estación a la Catedral en la mañana del Viernes Santo, pero le fue denegada tal petición. Casi diez años después el Arzobispado daría su visto bueno.

En aquel periodo que va de la ejecución de Pasión a la del Gran Poder se produjeron dos interesantes fusiones. Al otro lado del río, en 1616 la hermandad de las Tres Caídas se une a la de la Esperanza. Quedaba configurada así la Hermandad de la Esperanza de Triana que hoy conocemos. Dos años después, en 1618, la hermandad de la Sagrada Entrada en Jerusalén se une a la del Amor. Ambas convivían en los Terceros y procesionaban el Miércoles Santo, de tal manera que se disputaban la participación de los religiosos en sus respectivas procesiones. La solición salomónica fue unir las dos cofradías en una sola tal y como se mantienen en la actualidad".

Fuente: traselaltar.blogspot.com

 
Espero que os haya gustado. Un saludo y gracias por las visitas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario